Por Miguel Angel Rouco
El Presidente Macri despertó y sacudió la tranquila siesta argentina poniendo sobre la mesa los devastadores efectos que produjo la “denominada” mafia laboral sobre la economía argentina.
El tema no es menor y se trata de una de las viejas rémoras que deterioraron la productividad de la economía argentina y que no solo alejaron inversiones sino que destruyeron ahorro y capital genuinamente argentino.
A pesar de las propias miserias de la coalición gobernante, Macri abrió una ventana por la que al menos ingresa aire fresco que intente renovar las viejas estructuras corporativistas en el país.
Ya sea por hartazgo o porque finalmente se dio cuenta que no hay salida para la economía argentina sin reformas estructurales, la arremetida de Macri contra la mafia laboral es un oasis en medio del desierto.
Todo esto ocurre luego de que el Jefe del Estado escrutara sin intermediarios que es lo que piden los hombres de negocios luego de un activo semestre que lo llevó por el mundo a palpar la realidad mundial, y tras la visita de numerosos líderes mundiales. Todos invariablemente con reclamos similares.
El perverso entramado laboralista local compuesto por sindicalistas, una legislación claramente favorable a convalidar todo tipo de excesos y abusos en la relación laboral y que fomenta la industria del juicio, apoyado por un sistema judicial que a priori inclina la balanza en favor de esos desbordes, deja expuestas a las empresas a todo tipo de daños.
No sólo esto aleja a nuevos inversores, sino que además daña al capital existente, en especial a las PYME, que no tienen respuesta y se encuentran en posición de virtual indefensión.
Pero esta brisa de aire fresco, abrió una herida interna en la burocracia de Cambiemos que sólo aspira a una pírrica victoria en los comicios de octubre, para asegurarse sus mieles de poder.
El latiguillo presidencial resultó un auspicioso cambio de clima entre los empresarios locales que días antes comenzaron a tomar distancia de la Casa Rosada, ante la siesta por la que transita la economía.
“Parece que Macri se despertó de la siesta. Es que habían metido la economía bajo la suela de sus apetencias políticas y dejaron la agenda económica para después de las elecciones. Han perdido mucho tiempo porque si este año se hubieran hecho reformas, habría cola para invertir en este país”, comentaba un empresario después la denuncia de Macri.
Nuevos negocios
Sin embargo, la duda flota entre los hombres de negocios locales. Notan que el Palacio de Hacienda deprime el entusiasmo con su excesivo gradualismo fiscal e impositivo y que no acompaña el envión que proporciona un mundo ávido de generar nuevos negocios.
Para el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, no fue una semana tranquila. A pesar de querer anticiparse a las demandas de los sectores empresarios, el ministro dejó expuestas sus propias limitaciones, desactivando cualquier expectativa de cambios y reformas para después de las elecciones.
El martes, los hombres de negocios nucleados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA) le dejaron planteadas sus quejas al ministro Dujovne. Tras escuchar pacientemente el diagnóstico ministerial y aun sin romper la cordialidad de un almuerzo, los empresarios reclamaron medidas urgentes para mejorar la rentabilidad de las compañías tales como permitir el ajuste por inflación de los balances y que se tome el impuesto a los débitos y créditos bancarios como pago a cuenta de ganancias.
“Eso no requiere de una ley del Congreso y se puede hacer mediante un decreto”, expresaron algunos de los asistentes.
El mismo malestar quedó expresado por parte de la nueva mesa directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA) en un cónclave con el Presidente Macri y con el ministro Dujovne en la Casa Rosada.
Allí los empresarios le pidieron celeridad en la reforma tributaria. “Los efectos de IVA, más impuesto al cheque, más Ingresos Brutos y las cargas patronales, desalientan cualquier inversión nueva y ponen en jaque la rentabilidad de nuestras compañías. Así no se puede seguir”, señaló uno de los asistentes.
La respuesta ante ambos pedidos fue la misma: “la situación fiscal no nos permite tomar esas medidas”, dejando al descubierto el fracaso del gradualismo fiscal.
Macri rompió la tranquila siesta de Cambiemos, aunque nada asegura que habrá cambios después de octubre